miércoles, 6 de marzo de 2024

Refugio del Rey invernal

 


Aunque tardía, se anunciaba la nevada más copiosa del invierno y, claro, no podíamos perdérnosla.


Seguimos el esquema conocido de dos noches en albergue con la caminata en el día intermedio. La primera velada discurre entre palizas en el Party & Co. y miradas de reojo a las previsiones meteorológicas para mañana. Nos vamos a descansar preguntándonos si la nieve nos dejará aproximar las furgonetas al punto de partida planeado.


Amanece un cielo que amaga con cerrarse y descargar: "Entra, y sal si puedes", parecen susurrar las curvas del asfalto. Aquí aparecen nuestras ganas de disfrutar una jornada de montaña invernal; se trata de avanzar sin titubeos, afrontar con decisión las dificultades y recortar los objetivos iniciales. Esto último es clave para evitar sorpresas desagradables; con frecuencia los accidentes en el monte tienen su causa en el empeño obstinado en llevar a cabo lo planificado en la comodidad del valle sin tener en cuenta las circunstancias concretas y cambiantes del momento de la actividad. No es nuestro caso, este grupo se caracteriza por saber sacar lo mejor de cada ocasión sin lamentarse de lo que pudo ser y no fue.
 



Todavía no ha empezado a nevar, si bien el viento levanta la nieve polvo del suelo y pareciera que unos niños traviesos se divirtiesen lanzándonos proyectiles, infantiles, sí, pero con saña. Mejor apretar los dientes y seguir subiendo.
 

Los pasajeros de todos esos coches que hemos visto en el aparcamiento de la plataforma han decidido unánimemente tomar la calzada que conduce a la Laguna Grande y su conocido refugio. Somos los únicos en salirnos de la fila y encarar las suaves y solitarias pendientes que nos llevarán al puerto de Candeleda primero y después a las ruinas del Refugio del Rey.
  


Atravesar los arroyos ralentiza la marcha individual y provoca separaciones, la niebla y el aguanieve dificultan la visión del resto del grupo. Se hace necesario, una y otra vez, volver la vista y contar siluetas hasta el número mágico: "... catorce, podemos seguir."















































Hemos llegado al destino final de la marcha, la meteorología no ha dado tregua y tampoco está previsto que lo haga, más bien se espera lo contrario, un empeoramiento del tiempo. Es hora de regresar si queremos encontrar los vehículos sobre suelo negro. Decidimos no repetir camino y así volver por terreno ignoto. Impresiona comprobar cómo, al llegar por fin al tramo inicial que pisamos hace apenas unas horas, la nieve caída ha borrado todo rastro de nuestro paso. 







Felices, volvemos al albergue. Desde el interior del edificio podremos regocijarnos con la nevada que, ahora sí, ha empezado a cuajar en serio incluso a estas alturas más bajas. Al otro lado de la ventana los árboles acogen copo tras copo perdiendo momentáneamente el color verde.




Con el permiso de la quitanieves, el último día lo empleamos en visitar edificios históricos, (Parador de Gredos y su ermita) y las instalaciones del Campamento San José, lugar que despierta emociones y gratísimos recuerdos en nosotros. Raksha y Akela, extasiados en su palacio blanco, esperan a los acampados. ¡Nos vemos en verano!
 


















5 comentarios:

  1. Vaya experiencia más enriquecedora, al igual que todas las anteriores, antes de emprender el camino tenía altas expectativas y se cumplieron. Me alegra haber sido los únicos valientes que optamos por la ruta que llevaba al "Refugio del rey", travesía en la cual lo pasamos en grande. Animo a todos a aprovechar y acompañarnos en las próximas actividades que queden en el Grupo de Montaña.

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  2. Otra vez mas me tengo que conformar con ver la montaña tras la pantalla, como suelen acostumbrar estas experiencias los involucrados la recordarán para siempre. Si hay suerte estaré en la próxima.

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  3. Increíble fin de semana y tremendas instantáneas. Un viaje a la montaña para recordar que se quedará grabado en nuestras mentes para siempre.

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  4. Contemplo con emoción el relato de la experiencia (también de la anterior salida) y surge un sentimiento de gratitud por poder contar en nuestra comunidad educativa con alumnado deseoso de vivir estas experiencias, y con educadores y familias que vibran al acompañarlas. Inmensos regalos.

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